domingo, 8 de abril de 2012

Carta abierta

QUERIDOS GOBERNANTES DE NUESTRO PAÍS, QUERIDA OPOSICIÓN, QUERIDO PARLAMENTO EN SU CONJUNTO:

No hay que cumplir con el déficit sí o sí. Hay que cumplir con el pueblo sí o sí. No hay que satisfacer a los mercados. Hay que abastecer a la población de los mínimos necesarios para que pueda vivir con dignidad. Que pueda ganarse el pan con alegría y duerma a pierna suelta al final de la jornada abrazada a su par con quien comparte el pan que se ha ganado y la satisfacción del deber cumplido, abrazado a quien ama en libertad completamente.

Dejen de mentirse y de mentirnos. Reflexionen acerca de las cosas que ustedes valoran verdaderamente y hagan un ejercicio de empatía con la gente para la que ustedes gobiernan.

Recuperen la humanidad y háganlo pronto.

Verán qué rápido salimos de la crisis.


Atte. Un ciudadano

martes, 3 de abril de 2012

aquel dodecaedro salvaje



El constructor se niega a poner en la casa
una ventana en forma de trapecio,
nacida de las ondas, del tejado en un ángulo,
lo mismo que una venus transparente y abstracta.
Él pretende acotar catorce nubes,
someter las estrellas a cuadrado.
Quiere lo regular, lo previsible.
Yo discuto con él. Súbitamente
mi corazón redacta una apología de las formas irregulares.
Pero no la pronuncio.
No le recuerdo aquel dodecaedro
salvaje que nos mira cada vez
que nos enamoramos. Ni le digo que estoy
leyendo aquel cuaderno que Nijinski
llenó en 1929
con sus últimas notas antes de la locura.
Ni siquiera lo cito. ¿Qué autoridad podría
tener Nijinski sobre un constructor?
Nijinski dice:
mi mujer no entiende
mi belleza,
porque no tengo rasgos regulares.
Los rasgos regulares no son propios de Dios.
Yo amo todas las formas y toda la belleza.
Ante un constructor
no cito estos hermosos argumentos
en favor de las formas
irregulares. Guardo
su rara congruencia
para los que comprenden un poema. Tampoco
pierdo el tiempo diciéndole
que mi corazón es irregular.

Juan Antonio González Iglesias, apología de las formas irregulares.
UN ÁNGULO ME BASTA, Ed. Visor.

lunes, 2 de abril de 2012

In nomen omen

Sopla el viento y trae palabras y no todas nos gustan;
algunas nos recuerdan espinas en donde no pudimos sembrar olvido,
otras tienen sangre que sabe como nuestra sangre y duele lo mismo,
unas golpean y duelen y otras duelen tan solo.

Pero sopla el viento y porque el viento sopla
habrá que desplegar las alas y habrá que sacar los instrumentos del viento,
las flautas, las veletas, los molinos, los veleros...
y tocar música y comprender que en esencia todos somos iguales,
y ver por dónde sopla y ser prudentes sin ser esquivos,
y luchar, porque a ver qué remedio, pero entendiendo que luchar
no es combatir, no es pelear, no es guerrear ni mucho menos,
y navegar que desde antiguo se sabe que es preciso.

Que sopla el viento,
y verás lo que te aburres en la calma chicha.